Los criterios diagnósticos que debería presentar un sujeto
para que sospecháramos que padece una posesión serían
los siguientes:
1.-Ante lo sagrado o lo religioso se da una gama de sensaciones que van,
según el sujeto, desde el fastidio hasta el horror, desde la leve expresión
de molestia hasta la manifestación de ira y furia.
2.-En estos casos más extremos, el horror lleva a accesos de furia,
acompañados normalmente de blasfemias o insultos dirigidos hacia el
objeto religioso que se ha situado en la proximidad.
3.-El poseso en los episodios agudos de manifestación de ira furiosa,
pierde la consciencia. Cuando vuelve en sí no recuerda nada. La amnesia
es total y absoluta. Sin embargo, aunque no recuerde nada el sujeto durante
el episodio ha padecido un cambio de personalidad mientras ha durado esa crisis
de furia. Durante esa crisis una segunda personalidad emerge.
4.-Esa segunda personalidad siempre tiene un carácter maligno. Es
frecuente que durante esos momentos las pupilas se vuelvan hacia arriba, o
hacia abajo, dejando los ojos en blanco. Los músculos faciales se ponen
frecuentemente en tensión. También las manos muestran crispación.
En esos momentos de crisis, la persona articula la voz llena de odio y rabia.
5.-Acabada la crisis furiosa, la persona vuelve lentamente a la normalidad,
el tránsito de vuelta a la normalidad es prácticamente similar
en cuanto al tiempo y al modo al tránsito que se observa de la vuelta
del estado de hipnosis al estado normal de conciencia.
6.-Fuera de las crisis furiosas en que emerge la segunda personalidad, la
persona lleva una vida completamente normal, sin que esta patología
afecte para nada ni a su trabajo ni a sus relaciones sociales. El sujeto aparece
como una persona perfectamente cuerda. En todo momento distingue perfectamente
entre la realidad y el mundo intrapsíquico, no observa una conducta
delirante.
7.-En algunos casos sí exponen cosas que parecen alucinaciones sensoriales
(concretamente exponen que, esporádicamente, ven sombras, sienten una
difusa sensación extraña en alguna parte concreta del cuerpo
u oyen crujidos). Por el contrario no oyen voces internas, ni sienten que
algo les corre bajo la piel.
Habría que añadir que no se puede considerar dentro de este
campo de la posesión los casos en que el sujeto meramente dice sentir
una presencia. En la mayor parte de los casos estos fenómenos de posesión
se producen tras participar en algún tipo de rito esotérico:
ouija, práctica de espiritismo, santería afrocubana, macumba,
vudú, etc. Este tipo de personas, tal como se ha mencionado en el punto
7, sufren alucinaciones sensoriales siempre con una temática muy precisa
(la referida en el citado punto) pero no se ven afectadas por ningún
tipo de delirio. Por el contrario hay una total ausencia de construcción
patológica de conjuntos de ideas que puedan justificar ese tipo de
trastornos explicados en los ocho puntos anteriores. El paciente mantiene
un razonamiento claro, y se muesta sumamente crítico respecto a los
síntomas que él mismo describe al médico. Es muy frecuente
que comience su exposición al especialista médico o al sacerdote
con las palabras "va a pensar que estoy loco", "no me va a
creer" o "no sé por donde empezar". El mismo poseso
es el primero en reconocer que su discurso va a resultar poco digno de crédito.
El poseso situa perfectamente en el tiempo el inicio de sus trastornos. Y
suele referir como causa de ellos la partipación de ese rito esotérico.
Lo verdaderamente relevante, el factor predominante, será el hecho
de que en los momentos de mayor furia en los que emerge esa segunda personalidad
da todos signos el paciente de sufrir un desorden disociativo de la personalidad.
La presencia de una identidad distinta que toma control sobre la conducta
de la persona entra plenamente en la descripción de esta patología
de la disociación. Esta segunda identidad siempre aparece con unos
rasgos muy fijos: hablará con rabia, con ira, exponiendo un gran odio
hacia todo lo relativo a la religión, y hablará además
con la expresión facial manifestando una gran tensión. En unos
pacientes esta segunda identidad es locuaz en cuyo caso manifiesta una gran
procacidad en su vocabulario y expresiones blasfemas. En otros pacientes esta
segunda identidad es casi muda, hablando en contadas ocasiones y de un modo
extremadamente lacónico, sus intervenciones cargadas de odio y tensión
tienen en común con el tipo anterior en que la voz cambia por efecto
de esa ira contenida.
El pensamiento en todo momento (salvo en los momentos de trance) es claro,
y esa es otra característica que suele llamar la atención de
los especialistas que atienden a estos pacientes: la claridad de pensamiento,
la capacidad de autocrítica, coexistiendo con los otros rasgos patológicos
que por su gravedad deberían conllevar una evolución hacia una
profunda desestructuración de la personalidad y el raciocinio.
Recapitulando, si un psiquiatra no supiera nada de posesiones, los síntomas
que observaría en un poseso típico le llevarían a ver
en él un desorden disociativo de la personalidad que provoca alucinaciones
sensoriales (escasas), una aversión aguda a lo sagrado, junto con agitaciones
propias de una crisis histeriforme.
Como se ve un complejo conjunto de síntomas, todos ellos en un mismo
sujeto y manifestándose con simultaneidad. Ello nos lleva a rechazar
las clasificaciones simplistas de aquellos que, sin haber visto un caso real,
sentencian que se trata de tal o cual enfermedad mental. El cuadro sintomatológico
aquí definido refleja un síndrome tan especial que no se lo
puede encuadrar sin más en tal o cual apartado de la patología
psiquiátrica. Hay que admitir que nos encontramos no ante un desorden
mental simple, sino ante un síndrome para el que hay que buscar un
lugar específico dentro de la catalogación médica. Y
digo un síndrome porque es un conjunto de signos y síntomas
que existen a un tiempo y definen un cuadro morboso determinado. Cuadro morboso
que se repite de un modo milimétrico en los pacientes que lo padecen
y cuya simultaneidad en la concurrencia de esos rasgos (antes descritos) llevan
a la perplejidad a los especialistas que los atienden.
http://www.fortea.us/english/psiquiatria/psiquiatria.htm